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Las Universidades Católicas deben asumir el desafío de ser, simultáneamente universidad y católica; el compromiso resulta ineludible puesto que hace a la esencia misma de su ser. El mejor camino para alcanzar su realización institucional y brindar el servicio que están llamadas a brindar, es la permanente e institucionalizada revisión de su accionar, por medio de la participación pluralista de todos sus miembros, con la finalidad de detectar sus falencias y efectuar las correcciones que demande la concreción de sus fines y objetivos institucionales. Principalmente, se hace hincapié en el proceso de auto evaluación que, adecuado a las características y fines institucionales y con las modalidades propias que le sean particulares a cada institución, debiera llevar adelante toda universidad en forma permanente, como el medio más idóneo para alcanzar, a diario, su mejor nivel. En su marco, deben repensarse los fines y objetivos institucionales, los perfiles de académicos, de docentes y de egresados, que le sean propios para cumplir con dichos fines y, conforme a sus posibilidades, elaborar en conjunto su proyecto educativo institucional. Esta tarea, cuenta con un marco normativo específico que avala de manera formidable este desafío: La Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae” y el Decreto General promulgado recientemente por la Conferencia Episcopal, son las herramientas que nos brindan los principios generales para llevar adelante esta tarea. En ella, sólo nuestra fe resulta incuestionable, a partir de allí, debemos animarnos a repensar nuestro ser de universidad católica a fin de que transformemos a nuestras instituciones en un “faro orientador” para el hombre actual. En el presente trabajo se esbozan algunas cuestiones que debieran ser abordadas en general por la comunidad educativa y se pretende motivar el análisis sereno de nuestro ser como universidad católica. El propósito de este trabajo, no es más que el de reflexionar acerca de la necesidad vital que siente hoy la Universidad de trabajar incansablemente en busca de un mejoramiento permanente de su quehacer y, muy especialmente, en cómo se vive este proceso vital, en el seno de una Universidad Católica. Hablar de calidad de la educación resulta hoy obligado. Plantear la necesidad de la calidad de la enseñanza resulta ineludible, más aún si se trata de la enseñanza universitaria. |
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